Revisando la estrategia hacia el Voucher Educativo
El proceso de evaluación y autocrítica es un principio del Libre Mercado, sin el cual no pueden descubrirse las necesidades del público ni hacer correcciones a tiempo. Un capitalista que elija ignorar las señales empíricas de la realidad está condenado a las pérdidas y a la bancarrota, si esas pérdidas se van acumulando.
Los economistas y científicos sociales liberales pretenden comprender, modelar y predecir la realidad del Mercado y su relación con el Estado, por lo tanto, es su obligación hacer caso de las señales empíricas si pretenden mejorar a la Sociedad. La siguiente es una evaluación de los resultados empíricos del voucher educativo.
La promesa del Voucher Educativo
Se puede describir con sencillez la propuesta del voucher: cambiar el mecanismo mediante el cual los fondos obtenidos a través de impuestos llegan a la provisión de servicios de educación. El voucher educativo propone subsidiar a la demanda en lugar de la oferta, dándole los fondos de forma directa a padres y estudiantes en lugar de llevarlos a las escuelas en forma de presupuesto: inmuebles, mobiliario, equipo, y más notablemente, salarios.
La idea fundamental detrás de este sistema es introducir mecanismos de mercado en la estructura de la educación impartida por el Estado. Los proponentes del voucher educativo sostienen que:
- Los mecanismos de mercado introducidos harán que la educación pública funcione de forma similar a una situación de Libre Mercado, donde los participantes se esfuerzan por darle al cliente lo que desea y valora. Los clientes, en este caso, son los padres y los mismos alumnos del sistema educativo.
- Una vez que hayamos ensayado este mecanismo y comprobado sus ventajas, los gobiernos lo irán adoptando al observar que permite una mejor educación al mismo tiempo que elimina vicios de la nacionalización en la función educativa.
El elefante en la habitación
Los liberales pensamos que tenemos las mejores ideas, y a menudo las tenemos, pero rara vez vemos que se implementen por los gobiernos en turno. Los liberales y libertarios hemos intentado contener el poder del Estado — los más optimistas entre nosotros hemos incluso pretendido reducirlo — por cerca de doscientos años, viendo el lento pero seguro engorde progresivo de éste.
La desesperanza que causa este fracaso ha hecho que nos conformemos con puntos medios: algunos, por ejemplo, han renunciado a la idea de poner liberales en el poder y prefieren instruir a gobiernos socialistas a que implementen alguna medidas pro-libre mercado y pro-libertad individual. Estos estados van desde la socialdemocracia blanda hasta los francamente totalitarios que, en este plan, habrían de hacer los cambios “por su propio bien”, es decir, para mantenerse en el poder.
El elefante en la habitación es éste: la promesa del voucher educativo requeriría sólo una semilla de implementación, el más pequeño de los ensayos, para diseminarse una vez que las ideas y sus resultados se reconozcan como buenos. La abundancia de esas semillas contrasta con la ausencia de la explosión de vouchers que la Promesa anticipa.
El liberal puede poner como ejemplos a Suecia, países africanos, India, Chile, o a algunos distritos escolares en EEUU cada vez que quiera proponer implantar el voucher, pero cada una de esas semillas, lejos de validar el modelo, demuestran una y otra vez que el suelo no es fértil y que la explosión de vouchers educativos no se da.
¿Qué es lo que ahoga la propuesta poco después de iniciar, tal que no tenemos un mundo lleno de sistemas de voucher educativo? Saberlo nos vendría bien, para dejar de gastar tiempo y esfuerzo sembrando en terrenos áridos.
Milton Friedman
Milton Friedman fue una estrella de cine, la mezcla ideal de académico exitoso, celebridad, asesor influyente y divulgador conocido. No hay hoy un premio Nobel en economía que sea conocido por las masas y que influya al poder como él, o mejor dicho, no existe un personaje liberal así. No hay un académico con una serie de TV como Free to Choose que pueda llevar principios de economía sólida a las masas mejor que Friedman, ni ninguna figura popular y conocida como Arnold Schwarzenegger ha vuelto a presentar una serie acerca de libertad económica desde entonces.
Aún con todo esto, Milton Friedman fracasó en implementar el Voucher Educativo.
Las ideas del famoso economista tenían oídos dispuestos en políticos y policy makers en todos los estados del mundo, con los casos notables de Nixon, Reagan y Pinochet. Seguramente tenía las mejores ideas de todos los asesores que competían por los oídos de los políticos, sin embargo, alguna ideas muy buenas eran aceptadas e implementadas, y otras, no menos buenas, eran rechazadas. Aquí una pequeña lista:
- Retención de impuesto sobre la renta directamente en la nómina del trabajador(1943): ACEPTADA
- Eliminación del reclutamiento forzoso en el ejército y de ahí apaciguamiento de las protestas por la guerra de Vietnam (1970) ACEPTADA
- Limitación del aumento de la masa monetaria constitucionalmente a un 3%-4% (1948) RECHAZADA
- Voucher educativo (1950-) RECHAZADA
El mérito relativo de las ideas no era la causa de que algunas se aceptaran y otras no. El problema no era económico sino político; dependía de la utilidad de las ideas para los gobernantes en turno y sus grupos de poder.
¿Qué servicio de recaudación podría dejar pasar la maravillosa idea de cobrar por la fuerza parte de los impuestos mes con mes y así evitar lidiar con el descontento de un solo pago anual? ¿Cómo dejar pasar la oportunidad de seguir haciendo la guerra a cambio de un sueldo a los soldados pobres que quisieran incorporarse voluntariamente?
No era la figura de Milton Friedman, ni la disposición de sus escuchas, ni la validez de sus argumentos lo que determinaba la aceptación de sus propuestas, sino el esquema de incentivos que éstas generaban y el potencial de ellas de fortalecer al poder del Estado y sus encargados.
No existe hoy un liberal más exitoso de lo que fue Milton Friedman, así que no es la estrategia más sabia tratar de conseguir lo que él no pudo, o al menos no por los mismos medios. Sabemos, como sabía el Dr. Friedman, que las personas responden a incentivos.
¿Cui bono?
El voucher educativo amenaza a los funcionarios y trabajadores que hoy controlan la educación pública:
- El voucher educativo obligaría a los trabajadores sindicalizados a entrar en un esquema de competencia. Los obligaría a arriesgar sus trabajos, sueldos y pensiones al gusto y el capricho de los padres y alumnos, como cualquier otro trabajador. Probablemente un sindicato de maestros no sobreviviría y sufriría la misma suerte de los sindicatos en el sector privado: volverse irrelevantes.
- Actualmente, los funcionarios del Estado deciden los programas y contenidos de estudios. Ellos pueden inculcar el amor por el propio Estado, el patriotismo, la confianza en las instituciones del Estado y la obediencia a los alumnos durante 15 o más años, incluyendo los años formativos del carácter. Imaginemos tratar de reclutar muchachos de 18 años al servicio militar sin haber tenido la oportunidad de venderles la idea durante 15 años.
- El porcentaje del gasto público destinado a la educación es cercano al 20%. La intención del Estado es ir aumentando el porcentaje del PIB que se recauda y que se destina a la educación, no reducirlo. Controlar este presupuesto representa la discrecionalidad sobre partidas, salarios, licitaciones y fondos tanto informales como formales.
¿De dónde podría pensarse entonces que los funcionarios abandonarían voluntariamente esos privilegios? ¿En aras de una mejor educación, de un funcionamiento de mercado, de lo estudiantes, de los padres?
Quien crea que los funcionarios abandonarían sus privilegios para poder mejorar su industria, seguramente también podría creer sin problemas en la planeación central de cualquier sector de la economía basado en las buenas intenciones. Esperemos no ser estos crédulos.
Considerando otra alternativa, si una propuesta hipotética de campaña electoral pudiera traer la reforma hacia el voucher educativo, no olvidemos que todos los privilegios sindicales y todas las funciones del Estado están sujetas a la misma presión y que la función educativa no habría de ser la diferencia. Recordemos que los implementadores potenciales del voucher no son ni padres ni alumnos, ni tampoco votantes, son funcionarios tanto electos como designados.
Mercado a través del mercado
La privatización o la liberalización de la educación no es el primer problema imposible al que nos hemos enfrentado los liberales.
Consideremos el caso del correo: durante siglos el correo se aceptó como una de las funciones propias del Estado. En la apología, un correo en manos del Estado era importante para garantizar la privacidad de las comunicaciones, para coordinar con los servicios de correos de los demás estados, para la guerra, etc. En la realidad era un mecanismo de control estatal, disminuía la disidencia y además era un monopolio rentable.
Como ejemplo de oposición frontal al monopolio estatal en una industria, en este caso en el correo, podemos considerar la lucha de Lysander Spooner en el siglo XIX tratando de competir con el servicio de correo de los EEUU y cuestionando su monopolio. Finalmente sólo consiguió un veredicto desfavorable de la Corte Suprema y cárcel para sus carteros.
Así fue el servicio de correos durante siglos y así permanece de jure, aunque la realidad haya cambiado. En menos de 50 años llegamos al punto donde lo hemos superado, sencillamente no lo necesitamos más. Las reacciones viscerales de terror ante la sola idea de privatizarlo o que desapareciera de la noche a la mañana también se han ido.
¿Cómo se consiguió? Mediante el Mercado. No fue un lobbying intenso, ni un gobernante ilustrado que lo privatizó en contra de trabajadores y sindicatos. Inicialmente se comenzó a competir donde la legislación lo permitía. En la entrega de paquetes y mensajería, empresas como DHL (Alemania) y FedEx (EEUU) explotaron ese resquicio, hasta el punto donde el Estado mismo depende de sus servicios y sufriría si estas empresas desaparecieran.
Finalmente fue hace menos de veinte años que el e-mail y las comunicaciones digitales, popularizadas y generalizadas por el Mercado, le dieron el tiro de gracia. El correo existe ahora como un apéndice del Estado, que sobrevive permanentemente en números rojos y como una sombra de lo que fue, esperando a encontrarse con el telégrafo en la irrelevancia. Pasamos en sólo veinte años de tener que esperar un mes por una carta a comunicarnos instantáneamente de forma casi gratuita a todas partes del mundo.
La Alternativa
La propuesta es sencilla: el Voucher Educativo está planteado y ya se ha descrito a detalle. Es una idea buena buscando un implementador que probablemente no llegue. Después de más de cincuenta años, no puede argumentarse que el desconocimiento o la falta de siembra de la idea sea el problema.
La solución es crear las condiciones propicias para que la educación pública sea una especie de servicio de correo en la descripción anterior: privatizar no las escuelas, ni los fondos, sino la función social de la Educación. Esta privatización se consigue a través de alternativas que hagan parecer ridículo y obsoleto el viejo paradigma educativo decimonónico de pizarrón-maestro-alumnos.
Los espacios legales están abiertos (aún) para crear estas alternativas:
- Homeschooling organizado que permita libertad de cátedra mientras se cumple nominalmente con el programa oficial.
- Escuelas privadas financiadas por los mismos padres o por instituciones que premien a la excelencia académica con becas.
- Escuelas en línea que compitan favorablemente con el sistema escolarizado de medio tiempo o de tiempo completo contra los problemas de tráfico, violencia, etc.
- Certificaciones para la educación básica y media propiciadas por universidades o instituciones reconocidas internacionalmente, para ir volviendo menos importantes los requisitos gubernamentales. En México tenemos la experiencia de las preparatorias incorporadas a la UNAM y al Tec de Monterrey.
- Explotación de resquicios legales como la capacidad de la UNAM y del Tec de Monterrey de diseñar sus propios programas de estudio bajo una sola aprobación oficial y sin oposición por parte de la Secretaría de Educación Pública.
- Adopción libre de recursos como Khan Academy y creación de contenido con licencias permisivas, que puedan usarse por todos los alumnos y profesores.
Una vez que hayamos sido testigos del surgimiento y fortalecimiento de una verdadera educación privada, donde los certificados gubernamentales valgan poco, sólo entonces el Voucher Educativo será una opción atractiva para el Estado. En ese momento, la Sociedad Libre se habrá colocado en una postura de negociación fuerte, donde la educación pública quede relegada al mismo lugar que el correo postal.
“No estoy a favor de eliminar el gobierno, sólo quisiera reducirlo hasta el punto donde sea lo suficientemente pequeño para ahogarlo en la bañera.”
Grover Norquist – fundador de American for Tax Reform
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México, es un ejemplo de lo pésimo que puede ser la mano del estado en la educación. Esta universidad fue fundada por iniciativa del populista Andrés Manuel López Obrador. Se ha convertido en brazo de partidos de izquierda para proveerles carne de cañón para manifestaciones, mítines, acarreo de votantes, adoctrinamiento y promoción de sus ideas. Sin embargo, he tenido la oportunidad de charlar con algunos de sus estudiantes y lo que describen es terrorífico. No hay lugar para el disenso en esa universidad y corres el riesgo de recibir reprimendas o amenazas en caso de desarrollar trabajos académicos en que se cuestione a algún político o idea de izquierda. La calidad educativa es ínfima y el número de egresados lo es más, después de años de existencia. A mayo de 2015, sólo 699 de un total de 51,333 alumnos habían egresado en 14 años de existencia de esta universidad.
El presupuesto anual de esa universidad es de $1,500 millones de pesos, y atienden (bueno es un decir) a 15,000 alumnos. Así pues, el costo por alumno es de $100,000 pesos anuales. Como ejemplo, la colegiatura en la Universidad del Valle de México es de aproximadamente $50,000 anuales y en otras universidades privadas es aún menor.
Si se ofreciera Voucher Educativo podríamos educar al doble o triple de estudiantes en universidades particulares.
A estos alumnos con los que me entrevisté, les pregunté si optarían por cualquier otra universidad en caso de que se les ofreciera esta oportunidad y todos indicaron que preferirían cualquier otra, incluyendo ICEL, Universidad Insurgentes y desde luego la UVM.
Desde luego Plantear este Voucher Educativo amenaza a sus directivos que la controlan.