Defendiendo la piratería. Pt. 1

pirate

Yo ho, yo ho…

Todos lo hacemos pero pocos lo admitimos, y muchos lo resienten. Ya seas un pirata orgulloso -como yo- en busca de razones para confirmar tu postura, o un marinero arrepentido que busca justificación para sus actos, continúa leyendo.

Se le llama piratería al acto de reproducir contenido protegido por leyes de propiedad intelectual sin autorización de su titular, ya sea con o sin fines de lucro. Los contenidos son de variadas naturalezas, siendo la música la más popular, pero igual existe un sector pirata importante en películas y software.

Diferentes estudios estiman que la tasa de piratería global (porcentaje de propiedad pirateada dentro del total instalado/reproducido) se encuentra entre el 20 y el 40 por ciento, y creciendo. Sin embargo, a pesar de su popularidad y uso generalizado, el discurso dominante en medios y política condena la piratería de contenido citando causas diversas, mismas que intentaré identificar y contradecir.

Propiedad Intelectual como un derecho.

El argumento principal contra la piratería es el que considera que la propiedad intelectual, es decir las ideas y creaciones novedosas en general son propiedad de sus autores, y que esta propiedad no es menos válida que la propiedad habitual que se tiene sobre objetos y otros derechos. El argumento ha sido llevado a extensiones cuestionables, siendo la propiedad intelectual llamada un derecho “humano y social” por diferentes organizaciones internacionales. De aquí se desprende la intención de equiparar la piratería con el robo.

Considero que el primer error a aclarar es el de considerar a la propiedad intelectual como derecho humano, en palabras simples, un derecho humano es uno que cada persona tiene por el simple hecho de existir, sin importar su situación personal o el contexto en que se encuentre, de aquí se desprenden muchas cualidades como la inherencia y la inalienabilidad, pero hay una que es frecuentemente y tal vez intencionalmente ignorada: la intemporalidad.

La doctrina legal nos dice que los derechos humanos no son concedidos por el Estado u organismos, sino son descubiertos, esto quiere decir que existen independientemente de que lo sepamos o no, y les ofrecemos protección legal según nos percatemos de su existencia. De aquí se desprende su intemporalidad, de la inherencia se puede deducir que cada derecho humano ha sido propiedad del hombre desde el momento en que existe como especie, y permanecerá con el hasta que se extinga.

Es por eso que la propiedad intelectual no puede ser un derecho humano, la noción de un cavernícola teniendo y reclamando derechos sobre el diseño de la rueda o el martillo es ridícula, mientras tanto, no existe tal problema si pensamos en el cavernícola teniendo derecho a la vida o a la libertad, aún si estos no fueran intelectualmente concebidos o respetados en su época.

De esta forma, la propiedad intelectual se une a la numerosa lista de derechos que falsamente están siendo llamados derechos humanos, pero esto es de esperarse cuando el reconocimiento de conceptos jurídicos y morales se deja a cargo de organismos políticos.

Dado que no podemos considerar a la propiedad intelectual como derecho humano, tenemos que reconocerla como lo que en serio es: una ficción legal. De la misma forma que las sociedades civiles y mercantiles, el Estado crea esta ficción para proteger ciertos intereses, en este caso, el del autor de la idea, ofreciéndole el monopolio sobre la explotación de la misma.

Ya situada la propiedad industrial como un derecho no humano, sino un derecho creado por el Estado, queda preguntarnos si debería existir. Por medio de este artículo respondo en negativo.

Siguiendo al próximo punto. La propiedad intelectual, ¿Es equiparable a la propiedad material? y por consiguiente, ¿Es la piratería lo mismo que el robo?

A esto también me opongo, puesto que la propiedad intelectual y material tienen una diferencia irreconciliable, la escasez. Es una realidad económica y física que vivimos en un mundo limitado pero con deseos y necesidades ilimitadas, y la verdad es clara: al menos por ahora, no alcanza para todos, a esto se le llama vivir en escasez y esta existe hasta en el lugar más próspero.

La propiedad material nace de la escasez, no hay para todos, así que nos dividimos lo que hay en partes de las que cada quien será responsable. Yo tengo mi casa y tu tienes tu auto, y acordamos respetar este vínculo de propiedad, así como intercambiar voluntariamente por lo que nos haga falta.

La propiedad intelectual no vive en este concepto, mientras que la propiedad material es de uso exclusivo -si yo como un sándwich tú no puedes comerlo- la propiedad intelectual no tiene esta limitación, el que yo escuche una canción no imposibilita a otras personas para escucharla, la canción no se gasta ni se agota. La propiedad intelectual, al tratarse de ideas y diseños que pueden ser reproducidos indefinidamente no lidia con la escasez, y si no hay escasez la propiedad no tiene sentido.

Esto pone en evidencia el error de equiparar a la piratería con el robo, puesto a que el piratear una canción o película no priva al autor de su obra, sino que crea una copia, donde había una canción, ahora hay dos.

El argumento podría hacerse de que se está privando al autor de su ganancia, pero este no tiene mérito. Para poder considerar a la piratería como robo, primero tendría que -erróneamente como anteriormente se observa- equipararla con la propiedad material. Pero ¿Qué pasaría si pudiéramos piratear propiedad material?

Supongamos que compro una manzana en el mercado, la llevo a mi casa y la pongo en una máquina de clonación, donde antes había una manzana ahora hay dos, tres, cuatro. Es cierto que la manzana fue cosechada por el granjero, y que al clonarla le estoy privando de ganancias futuras, pero, ¿Llamaríamos a esto robo? Por supuesto que no, y por consiguiente, tampoco lo es en el caso de piratear cualquier otra obra.

Argumentos Utilitarios


Como el título sugiere, el otro lado del argumento anti-piratería viene de las consecuencias de la práctica, así como las consecuencias del respeto a la propiedad intelectual. Los detractores, especialmente los que tienen interés personal en el respeto a la propiedad intelectual, argumentan que la piratería es dañina para la industria, tanto para los grandes productores y artistas, como a los pequeños e indies que quieren salir adelante.

En lo que compete a los grandes productores, es un hecho innegable que la piratería les afecta, la pregunta que propongo es ¿Tiene eso algo de malo?

Como mencioné anteriormente, la propiedad intelectual es un monopolio que el Estado le proporciona al titular de una obra. Sin este es obvio que la industria musical -por ejemplo- no existiría como la conocemos, pero, ¿Debería existir? El hecho de que esta se vería afectada por la falta de este monopolio no quiere decir que dejaría de existir una industria musical, o bien, que dejarían de existir músicos, después de todo, la mayoría de la población trabaja sin propiedad intelectual a su nombre, y no nos va tan mal, de ninguna manera estamos muriendo sin ellos, como tampoco lo haría la industria musical. La propiedad intelectual no protege a los artistas establecidos, los hace ricos, ¿Es una tarea del Estado hacer ricos a los artistas y productores? No lo creo.

Y ¿que sucede con los pequeños artistas indie? Los que luchan todos los días para sobresalir y alcanzar la fama, supuestamente son los más afectados por la piratería, puesto a que es bastante caro producir y promocionar material, la piratería evita que estos puedan recuperar estos costos y más.

Si acaso es cierto que si alguien necesita ganar de su material es el pequeño artista, esto no es lo más importante, lo que más necesitan estas personas es exposición, y al principio de su carrera la remuneración y la promoción están peleadas.

Digamos que eres una persona dispuesta a comprar un disco musical, tienes la opción de comprar el nuevo disco de un artista ya establecido, que conoces y que disfrutas, o usar ese dinero en comprar el primer disco de un desconocido. No es descabellado pensar que la mayoría de las personas elegirían la primera opción, trabajaste duro por ese dinero, y prefieren gastarlo a lo seguro, nada en contra del nuevo artista, tienes ganas de escucharle pero simplemente no puedes arriesgar tu dinero así.

Esto pone al pequeño artista en un predicamento, necesita que la gente le compre sus discos, pero para que la gente le compre los discos necesita primero conocerlo. Algo debe romper este círculo vicioso, y ahí entra la piratería, el descargar música por la que no hubieras pagado te permite conocerla, conocerla te permite disfrutarla, y disfrutarla te lleva a difundirla, hablar de ella con otras personas, pasarles la canción para que ellos la tengan y hagan lo mismo, de esta forma -y si el artista es bueno- puede crearse un grupo de fans que estarían dispuestos a comprar el próximo disco.

Mi argumento se apoya en que muchas veces son los mismos artistas -tanto grandes como pequeños- los que proporcionan su música gratis para tener mayor difusión, tal es el caso de los demos que se regalan en eventos y se envían a productores, o de sitios como MySpace. El proporcionar su material gratis, sabiendo que esto serviría para difundirlo es una táctica antigua y probada.

Confiado en que logre desmentir los anteriores argumentos, cortaré la primera parte del artículo aquí y me retiro a Port Royal  . Pero este es un tema muy extenso, pronto regresaré con la segunda parte.

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