Brasil: El desmilagro

Hace unos días, la calificadora Fitch rebajó la calificación crediticia de Brasil, después de que S&P lo hiciera un poco antes y le quitara el grado de inversión, lo que ya marca una muy poca auspiciosa tendencia hacia el futuro para ese país. Adicionalmente, la economía brasileña entró técnicamente en recesión en junio pasado, se contraerá este año casi un 3%, su peor resultado desde 1990, y la inflación llegará hasta el 9,70 %, más que duplicando la meta oficial y la más elevada desde 2002. En términos llanos, la economía brasileña es hoy un desastre. Y dicho desastre podría profundizarse y ampliarse en los próximos meses.

Increíble que tras lustros de hablarse del “milagro brasileño” y de darle un tratamiento estelar y paradigmático, Brasil haya regresado a su escenario de los años ochentas. Imposible no hacer un contrapunto respecto a cuando la presidenta Rousseff iba por el mundo regañando y dando lecciones sobre cómo manejar una economía o bien, daba cátedra a Europa de cómo salir de la crisis.

También es fácil recordar cómo el arquitecto del “milagro brasileño” (aunque en realidad construido sobre las bases legadas por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso), Luiz Inacio Lula da Silva, era un “Rock Star” que daba bendiciones políticas a diestra y siniestra en Venezuela, Honduras, Chile… o bien, era traído a México a promover un mundo socialista, “más feliz e igualitario”… con cargo al contribuyente mexicano. Hoy, si Lula logra evitar la cárcel por las muchas y variadas acusaciones que se le hacen, así como a sus familiares, eso sí sería un milagro.

Nadie puede acusar al gobierno brasileño o a su partido, el PT, de neoliberal. Al menos no quienes lo promovían como “EL” ejemplo a seguir, el único modelo alternativo. Pero hoy todos los que exigían seguir sus políticas, guardan un pesaroso y vergonzante silencio. Todos los que creen que una mayor intervención del Estado trae prosperidad, y que la función de éste es gastar y gastar (siempre para beneficio de sus élites políticas), se esconden o pasan de largo, hacen que no miran el caos en el cual se hunde la economía de Brasil, el modelo de sus palabras. Y siguen extendiendo sus exigencias y consejos no pedidos, sin aceptar ni mirar el desastre en que terminan sus recomendaciones.

Hoy, Brasil ha vuelto al círculo perverso de altas tasas de interés y de inflación, mayor servicio de la deuda, contracción de las finanzas públicas, menor crecimiento del PIB, crisis política, inestabilidad, huída de inversiones, desempleo, pobreza… De esa dinámica sólo se logra salir con responsabilidad, ajustando en principio y fuertemente el gasto público, algo que por ahora es prácticamente imposible en Brasil, lo que hará más accidentado y doloroso el trayecto a seguir.

El caso de Brasil y el clamoroso silencio de sus ex epígonos, demuestra una vez más, por si hiciera falta, que los países sólo progresan con un marco institucional de efectivo libre mercado, promoviendo políticas, prácticas e instituciones que hagan posible la creación y la acumulación de riqueza, sobre todo para los más pobres. Lo otro es dar tanto brinco, como en Brasil y sus gobernantes, para acabar llegando al mismo punto de unas décadas detrás.

@victorhbecerra

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1 respuesta

  1. 2015/10/20

    […] Publicado originalmente en la web del Movimiento LIbertario de México […]

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