Brasil 2014: Una Aproximación Liberal

Brasil 2014: Una Aproximación Liberal

Omar R. León

La pasión por el fútbol ha inundado de nuevo las conciencias de millones de personas alrededor del mundo ahora que el Mundial está cerca. Sin embargo, diversos problemas sociales y económicos asolan a Brasil, la sede de la Copa. La fauna progre ha hecho diversas diatribas en contra del evento, asumiendo que es culpa del salvaje capitalismo neoliberal oligarca la situación del país, y que la cultura del consumo desenfrenado no hace sino acrecentar las desigualdades sociales, desatendiendo el gasto público en salud, educación y en infraestructura. El propósito de este ensayo no es llevar la contra de forma arbitraria a su visión, pues es necesario reconocer la gran cantidad de injusticias que se cometen en nombre del mundial, pero tampoco se trata de conceder que el Estado tenga la tarea de ser interventor y subsidiario. La ley debe ser igual para todos. De esta forma, se abordará la problemática desde la filosofía política liberal. Así, la primera parte del texto rezará sobre la situación de Brasil, que el lector avezado en el tema podrá saltar, y la segunda parte será un enjuiciamiento desde la ética liberal.

Brasil: Radiografía es un país mundialista

Cabría empezar diciendo que Brasil no es un país libre. Según el índice 2013 de Libertad Económica del Fraser Institute de Canadá, ocupa el lugar número 102, y se encuentra en el tercer cuartil[1]. Admitiendo que la libertad económica tiene una estrecha relación con el grado de desarrollo de un país, ¿por qué razón se escogió a Brasil como sede? La economía de Brasil parecía ser estable a principios de siglo, tras largos periodos de convulsiones económicas. Bajo la dirección de Lula da Silva tuvo lugar una increíble aceleración del crecimiento, y para cuando se hicieron patentes los efectos de la crisis del 2008, Brasil apenas se inmutó[2]. Como nos es posible comprobar a través de la teoría austriaca del ciclo económico (en la cual no ahondaré)[3], existe una fase de crecimiento artificial que manipula las tasas de preferencia personal a través de la moneda y el crédito, incentiva la inversión, y en el corto plazo genera una ilusión de que es posible gastar más en el corto plazo. Sin embargo, llega un momento en el que la manipulación de la moneda y el crédito se vuelve insostenible y la crisis se hace presente. De esta manera, el falso crecimiento hizo creíble el hecho de que Brasil se perfilaba para ser una potencia capaz de entrar a las BRIC, y también engañó a la FIFA y al Comité Olímpico, haciéndose oficial el hecho de que Brasil sería sede del Mundial en 2007, y de las Olimpiadas en 2009; de esta manera quedarían agendados ambos eventos para 2014 y 2016, respectivamente.

La caída de la economía brasileña se hizo presente en 2010, yendo su índice de crecimiento del PIB del 7.5% a menos del 3%; en el 2012 la economía sólo creció 0.9 por ciento, en el 2013 1.1% y para 2014 se espera 1.79%. Y como suele suceder, la opinión pública se equivocó al escoger a Dilma Rousseff en la presidencia, pues ha continuado con el proyecto de gasto público y expansión crediticia de su predecesor[4].FIFA President Joseph Sepp Blatter, right, poses with Dilma Rousseff, President of Brazil, left

El otro problema que aqueja a la sociedad brasileña es el excesivo intervencionismo estatal. No se trata aquí de evidenciar teóricamente los procesos de descoordinación en el mercado que produce tal sistema económico[5], que harto dañinos son, basta con decir que regularmente tienen los efectos contrarios a los cuales se pretendía llegar. En los tiempos de da Silva, el gasto público ascendía a la monstruosa cifra del 40% del PIB. Además, el Estado controla buena parte de la economía: Tiene la propiedad mayoritaria de Petrobrás (48%), en el Banco do Brasil (70%) y en Vale (25%), una especie de Banca de desarrollo que presta con tasas de interés subsidiadas. Además, el Estado de Bienestar tiene una fuerte presencia. Para sufragar esto se requieren altas tasas de impuestos, excesivas reglamentaciones fiscales son necesarias, así como altas dosis de emisión monetaria: la inflación ronda el 6%. Y a pesar del exorbitante gasto público, se hace patente que la infraestructura es deficiente, y la inversión ronda apenas el 1.8%. La deuda pública asciende al 70% del PIB, y contando el gasto de las Olimpiadas, se estima que ascienda al 90%[6].

Además, Brasil no es un destino turístico consolidado, pues apenas Río de Janeiro recibe cerca de 400 000 personas al año, muy lejos de los 3.7 millones de personas que se esperan para el Mundial[7]. Sus aeropuertos no están preparados para recibir tal cantidad de personas. Por otra parte, a dos días del Mundial, cinco estadios de doce (uno por sede en cada ciudad) siguen sin terminarse, y varias obras de remodelación han sido incluso más tardadas que la construcción de estadios nuevos, a causa de múltiples factores[8]. La infraestructura requerida para el Mundial no sólo consta de estadios y aeropuertos, sino de medios de transporte, puertos, instalaciones para telecomunicaciones, seguridad, turismo y algunas instalaciones temporales. Con ello, el Gobierno brasileño ha gastado cerca de 38 000 millones de dólares, de acuerdo al Comité Organizador. Y a pesar del dispendioso gasto, se especula que cuatro estadios pueden ser inútiles tras el evento[9].

Por otra parte, de acuerdo con Larissa Araujo, vocera de Articulación Nacional para la Copa del Mundo, en cada una de las doce ciudades sede, existen obras incluidas en la “Matriz de Seguridad del Mundial”, categoría creada por el gobierno brasileño, con licitaciones especiales que aceleren trámites. La propia Araujo señala que: “Esta disposición permite justificar velozmente y sin tener que dar demasiadas explicaciones la violación de los derechos de los ciudadanos para la expulsión y el derrumbe de sus casas”. Las mayores víctimas han sido las personas de menores recursos, quienes, en la mayoría de los casos han sido víctimas de la falta de notificaciones, demoliciones nocturnas, o el pago de indemnizaciones por debajo del valor de sus propiedades. Esto es además, una política de limpieza social, pues las obras se piensan construir sobre barrios pobres y favelas: los habitantes del lugar al ser desplazados son reubicados hasta en zonas a 60 kilómetros de sus hogares. La cifra de personas desalojadas o en riesgo de serlo asciende a 250 mil[10].

Finalmente, queda el caso de las protestas sociales en Brasil. Durante junio del 2013, a la par de la Copa Confederaciones, diversas manifestaciones contra el gobierno de Rousseff y de la FIFA estallaron, pues reclamaban el exorbitante gasto en los juegos deportivos y el precario estado de la infraestructura pública, sobre todo en los casos de la sanidad y la educación. A lo largo de las últimas semanas también se han lanzado hordas de personas a las calles, incluyendo transportistas y policías, en varias ciudades, algunas de ellas sedes del mundial[11].

El liberalismo y el mundial

Salta a la vista que el Mundial es una gran fiesta y que en algunos casos ha sido capaz de generar progreso económico. Sin embargo, en el caso de un país con un gobierno obeso y sobregirado en funciones, que además ha gastado enormes sumas en tal evento a costa de los ciudadanos no puede hacer otra cosa que anclar a Brasil al intervencionismo, el dirigismo, la inflación y la deuda externa, pues el ingreso que se espera es inferior a los costes en que está incurriendo el país. Se podría aducir desde la lógica keynesiana que la inversión en obra pública crea empleos y estimula la economía, aseDilma Rousseffveración que resulta bastante errónea.

Desde el momento en que un evento de tal magnitud es financiado por el gobierno, y esto es a través de la expoliación legal, deberíamos cuestionar el discurso de la izquierda que nos pretende hacer verlo como una gran fiesta capitalista. Ya Frèderic Bastiat nos advertía los peligros de cuando la ley se desvirtúa y se dedica a perseguir virtudes no propias, cuando es la propia ley la que aniquila la justicia que debió hacer prevalecer, y pone la fuerza colectiva al servicio de quienes buscan explotar al prójimo, así como su libertad y su propiedad. Si para llevar a cabo el Mundial es menester que algún colectivo utilice el aparato monopolístico del Estado a través de la ley para expoliar a otras personas de sus hogares, para ser privados del producto íntegro de su sustento, estamos presenciando un atentado contra los más altos valores de nuestra civilización occidental. De la misma forma, al exigir servicios públicos que no corresponden por naturaleza al gobierno estamos viendo que hay clases que buscan el refugio de la ley para expoliar la propiedad ajena. Por supuesto que las propuestas tienen legitimidad, ya nos decía el propio Bastiat que “Cuando la ley y la moral se contradicen, el ciudadano se encuentra ante la cruel alternativa de perder la noción de moral o perder el respeto a la ley”, pero hay una gran incongruencia al denunciar la expoliación para pretender dirigir la expoliación a otros sectores.

Lejos de caer en el purismo ideológico, cabría preguntarnos cuánta debería ser la participación del gobierno en este tipo de eventos, y si verdaderamente es necesaria su intervención. El autor de este texto opina que las obras públicas de infraestructura necesarias deben ser mantenidas, pero que jamás es labor del gobierno construir estadios u otros bienes que bien podrían construir las empresas, los individuos en libre cooperación y en ausencia de coerción. De seguirlo haciendo de esta manera solo conseguimos ver injusticias al por mayor.

 

[1] Gwartney, J., Lawson, R., y Hall, J. (2013). Libertad Económica en el Mundo 2013, Edición México (p. 9). México, D.F.: Fraser Institute, Caminos de la libertad, Mexico Business Forum, Fundación Friedrich Naumann para la Libertad.

[2] Sosa Cordero, R. (4 de junio de 2014). La Economía de Brasil, su Realidad es la Nuestra. México Libertario. Consultado el 8 de junio de 2014, de: http://mexicoliberal.blogspot.mx/2014/06/la-economia-de-brasil-su-realidad-es-la.html

[3] Para una mejor comprensión, revisar Rothbard, M. (6 de agosto de 2012). Depresiones económicas: Su causa y remedio. Instituto Mises Hispano. Consultado el 8 de junio de 2014, de: http://www.miseshispano.org/2012/08/depresiones-economicas-su-causa-y-remedio/

[4] cfr. Sosa, op. cit.

[5] Que para mayores referencias recomiendo consultar Mises, L. v. (1983). “El intervencionismo”. En: Ludwig Von Mises: infatigable luchador contra la economía ficticia (pp. 71-104). México: Centro de Estudios en Economía y Educación.

[6] cfr. Sosa, op. cit.

[7] cfr. ibid.

[8] cfr. Agencias. Cinco estadios aún no están terminados a dos días del inicio del Mundial. (9 de junio de 2014). La Pagina. Consultado el 10 de junio de 2014, de: http://www.lapagina.com.sv/deportes/96251/2014/06/09/Cinco-estadios-aun-no-estan-terminados-a-dos-dias-del-inicio-del-Mundial

[9] cfr. Luna, C. (3 de junio de 2014). Brasil 2014: ¿autogol para la economía? -. CNN Expansión. Consultado el 10 de junio de 2014, de: http://www.cnnexpansion.com/economia/2014/06/02/mundial-el-autogol-de-brasil

[10] cfr. Benavides, S. (19 de enero de 2014). La otra cara de la Copa del Mundo: 250.000 desalojos en todo Brasil. infobae. Consultado el 10 de junio de 2014, de:http://www.infobae.com/2014/01/19/1537973-la-otra-cara-la-copa-del-mundo-250000-desalojos-todo-brasil

[11] cfr. CNNMéxico. (5 de junio de 2014). A una semana del Mundial, no cesan las protestas en Brasil. CNN en Español. Consultado el 10 de junio de 2014, de:http://cnnespanol.cnn.com/2014/06/05/a-menos-de-una-semana-del-mundial-no-cesan-las-protestas-en-brasil/

Omar R. León

Egresado de sociología, UNAM-FCPyS. Liberal clásico y comprometido con la teoría de los sistemas sociales. También me gusta el heavy metal.

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