¿Justicia sin porristas? ¡Toca Madera!

De nuevo un caso concreto me pone a pensar en ciertas cuestiones.

El caso es el de la maestra de preescolar, Ángel de María Soto Zárate, que como señala el portal de PROCESO fue “detenida el sábado pasado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con una maleta –que nunca reconoció como suya– con 10 kilos de cocaína, por lo que fue trasladada al penal de máxima seguridad de Tepic, Nayarit, acusada por trasiego de drogas”. De acuerdo a la misma nota de PROCESO el procurador Jesús Murillo Karam informó que la PGR retiró la acusación en contra de esta muchacha xalapeña gracias a fotografías y videos donde se comprueba que las maletas que originalmente se le habían adjudicado no le pertenecen.

El infortunio de Ángel de María Soto comienza cuando decide viajar a Brasil para participar en la “Jornada Mundial de la Juventud con el Papa Francisco”. Soto Zárate y su familia tienen fuertes vínculos con la Comunidad Incienso de Dios (CID), en la Arquidiócesis de Xalapa. Durante su viaje y haciéndo escala en Perú, se percata de haber extraviado su pasaporte y por ello regresa a México en un vuelo que no era el suyo con un certificado provisional de nacionalidad mexicana.

Bien, yo tuve la oportunidad de enterarme del caso porque también vivo en Xalapa y el lunes desde temprano empezó a circular por correo electrónico y en las redes sociales una carta de los padres de Ángel de María solicitando que se aclarase la injusticia. Por la tarde un contacto en Twitter me solicitaba unirme al hashtag “#LiberADME” y difundir la noticia. Ante esta petición lo que hice fue publicar el siguiente tuit: “Porque eres inocente hasta que se demuestre lo contrario“. Con la información que se tenía en ese momento yo no podía ni quise emitir un juicio sobre la inocencia o culpabilidad de la chica. Aparentemente, y si creemos en la versión de Murillo Karam, la maestra ha sido liberada por falta de pruebas que justifiquen su aprehensión y un posterior proceso judicial. Si esta es la razón de su liberación yo no puedo más que aplaudir. Sin embargo, hay algunas cuestiones sobre las que quiero reflexionar y que nada tienen  que ver con la inocencia o la culpabilidad de la chica.

La primera de ellas es un argumento que leí y escuché entre los indignados que participaban en las redes sociales y más tarde en una protesta en la Plaza Lerdo de Xalapa.  Este argumento en esencia afirmaba y defendía la inocencia de la maestra simplemente por ser “una joven maestra de preescolar educada dentro de una familia católica y además miembro activo y reconocido de una comunidad religiosa”.  Estos indignados no tenían mayor información que el propio testimonio de María de Soto y por supuesto el de su familia. No exigían un proceso justo que probara con evidencias la culpabilidad de la chica (o ante la falta de evidencia su inocencia). Lo que ellos exigían era la liberación de la maestra pues estaban seguros de su inocencia. ¿En qué se basaban para afirmar la inocencia de María? En el testimonio de María y su familia más el vínculo y las emociones que otros miembros de la Comunidad Incienso de Dios tienen hacía sus miembros. Esto significa que afirmaban su inocencia empleando la falacia conocida como Argumento Ad Verecundiam.

El problema de percibir algo como verdad sólo por las “credenciales” de quien lo afirma, y sobre todo en un contexto como este, se puede hacer más evidente si tenemos el mismo caso pero con un individuo distinto. Imagina la misma historia, las mismas circunstancias pero con una ligera variante. En lugar de una bonita maestra de preescolar que viaja a Brasil para reverenciar al Papa Francisco, el individuo aprehendido es un hombre de 34 años, sin empleo fijo, con pocos amigos y sin familia, ateo y que viaja a Brasil para divertirse en el Carnaval de Río de Janeiro. ¿Ha cambiado algo? La situación es la misma, la información personal del individuo no y en teoría este sujeto también es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero, ¿Habría recibido el mismo interés? ¿La percepción sobre su inocencia hubiera sido la misma?

Dejo abiertas esas preguntas y paso a otra cuestión que también me llama la atención: la presión que una comunidad o un grupo de personas ejerce sobre las autoridades inclinando la balanza en favor de sus miembros. Si le creemos a Murillo Karam la maestra fue liberada por falta de pruebas y no por la presión de una comunidad o grupo. No obstante, no podemos negar que existió un grupo o comunidad de personas que ejercieron presión vía las redes sociales, los medios y las manifestaciones públicas. ¿Significa ésto que para que un individuo sea tratado con justicia por las autoridades debe tener un grupo de porristas que salga a lanzar consignas y a gritar a su favor? La acción de los indignados parece afirmar que esa es la acción a seguir. La reacción pronta de las autoridades parecen reafirmar que en efecto lo es.

Mi consejo: si aún no te unes a una comunidad, pandilla, sindicato, partido político, etc….

“¡Toca madera!” porque jamás te culpen de algo que no cometiste.

Y si tus credenciales no son políticamente correctas y no motivan a que alguien “CREA” en tu inocencia:

“¡TOCA MADERA!” un poco más…

y canta con letra de Serrat:

Nada tienes que temer, 
al mal tiempo buena cara, 
la Constitución te ampara, 
la justicia te defiende, 
la policía te guarda, 
el sindicato te apoya, 
el sistema te respalda 
y los pajaritos cantan 
y las nubes se levantan“*.

 

* Letra de la canción “Toca Madera”.

 

 

@RaCology

 

 

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