La agenda “animalista” contra la libertad y la responsabilidad individual.
Quiero compartirles un caso. En Xalapa (Veracruz) se ha aprobado recientemente una nueva Ley de Protección a los Animales. Actualmente en esta ciudad no se pueden llevar a cabo ningún tipo de espectáculos que suponga el sufrimiento de un animal. Esta prohibición esta enfocada especialmente a las corridas de toros, a los palenques y a los circos (las peleas de perros hace tiempo que están prohibidas). Bien, no voy a discutir aquí acerca de la prohibición de este tipo de espectáculos pues representa para mí un problema ético difícil de abordar.
Pero quiero compartirles un caso que se deriva del anterior. Es una “extensión” de cierta corriente antitaurina y animalista pero aplicada a un ámbito más personal. Hoy se busca prohibir que los particulares reproduzcan, críen e intercambien animales domésticos. En específico se pretende la prohibición de la reproducción, cría y venta de perros de raza por particulares. La polémica al respecto ha llevado a los partidarios de esta agenda ideológica a exigir que algunos diarios locales dejen de publicar en su sección de “clasificados” anuncios que hagan alusión a la venta de perros de raza.
Para mí es fundamental luchar por la libertad y aprovechar cuando surgen este tipo de debates para mostrar la postura libertaria o por lo menos orientar, por no decir desviar, la discusión de los detalles del caso hacia los principios que están en juego: como la libertad y la responsabilidad individual.
En ese “espíritu” decidí responder al correo que una persona envió a un medio electrónico que ha sido hostigado últimamente con exigencias de prohibir los anuncios clasificados sobre la venta de mascotas por parte de particulares. Por “particulares” entiéndase en este texto a los ciudadanos de a pie que de vez en cuando deciden reproducir a sus queridas mascotas como pasatiempo y fuente ocasional de ingresos.
La carta a la que aludo pueden leerla íntegramente aquí.
Lo que sigue a continuación es mi respuesta a dicha carta.
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Estimado director de “Al calor político“:
En relación a la polémica que se ha desatado en torno a la venta de mascotas domésticas me gustaría responder a los principales argumentos de quienes exigen la suspensión de los anuncios donde se ofertan mascotas, principalmente perros de raza, criados y reproducidos por particulares. Existe un correo previo enviado a su redacción donde el autor anónimo cataloga de “jodidos” y “clase-medieros” a quienes emprenden esta actividad. Los prejuicios que refleja dicho correo no me parece que ameriten una respuesta seria. Sin embargo, no es el caso con el correo enviado por el M.C. Jesús Omar Rodríguez Revoredo del “Hogar Temporal Koira”. Este último esboza una serie de argumentos que si me parece oportuno responder.
Empezaré por citar el inicio del correo, donde M.C. Rodríguez señala: “Nosotros invitamos a nuestros seguidores a ‘solicitar’ no a ‘exigir’ a su medio considerar limitar la publicación de los anuncios de compra-venta y cruza de mascotas”, también agrega: “le comento que ‘no podemos reprimir’ a la gente y cada quien se expresa como le parece conveniente. Desgraciadamente en todos los ámbitos siempre hay posiciones ‘radicales’ o hasta ‘agresivas’ que lejos de ayudar a determinada causa, la perjudican”. El M.C. Rodríguez no parece estar consciente de que más tarde en su carta él mismo solicita acciones represivas y agresivas para impulsar su particular agenda ideológica.
El M.C. Rodríguez primero se deslinda de cualquier acto de represión y agresión para en unos párrafos más tarde agregar: “Nosotros no buscamos propiamente erradicar el comercio de mascotas sino lograr que se regule realmente para evitar la sobrepoblación…”. El pretexto del M.C. Rodríguez para buscar la regulación del mercado de mascotas es principalmente la “sobrepoblación”, pero no puedo pasar por alto que su agenda ideológica particular (que por rigor lógico no puedo extender a todos los “amantes” de los animales) también tiene un trasfondo moral. Este trasfondo moral queda claro cuando implícitamente el Señor compara los anuncios de ofertas de mascotas con aquellos donde se ofertan “servicios de masaje”. Pero continúo, para M.C. Rodríguez la finalidad de regular el mercado de mascotas es la de disminuir la sobrepoblación de animales abandonados o en situación de calle.
Él afirma que existen personas irresponsables que tras haber comprado una mascota después terminan “desechando” al animalito como si fuera un objeto. En efecto existen personas así y es lamentable. Pero es un argumento falaz suponer que regulando un mercado las personas irresponsables dejarán de serlo. Este no es un problema “social” como se pretende analizar, es un problema de responsabilidad individual.
La “sociedad” es un concepto abstracto. Está compuesta por diferentes tipos de individuos. La sociedad no puede tener atributos concretos como la responsabilidad. Sólo el individuo, cada uno de nosotros, puede tener responsabilidad. Por otro lado, regular un mercado o prohibir una actividad humana jamás ha sido eficaz para solucionar el problema que se pretende evitar con ello. Aplicar mayores regulaciones o prohibir determinada actividad normalmente tiene como una de sus consecuencias la de favorecer la corrupción y el fortalecimiento del crimen organizado (quienes se especializan en toda actividad clandestina). Un ejemplo de ello es que, a pesar de todas las regulaciones y prohibiciones que existen contra el tráfico de fauna silvestre, hay un mercado negro que compite en ganancias con el tráfico de sustancias ilegales y la trata de personas. No son las regulaciones o las prohibiciones la mejor herramienta para solucionar un problema. Pero existe otra cuestión interesante.
M.C. Rodríguez nos recuerda el Artículo 32, de la Ley de Protección a los Animales del estado de Veracruz, éste señala: “Los animales de compañía únicamente podrán ser vendidos por su propietario, por criadores certificados por la autoridad correspondiente y por las tiendas legalmente establecidas, a cuyo efecto deberán ser vacunados y desparasitados, quedando estrictamente prohibida la venta de animales de compañía en vía pública, así como en criaderos domésticos”.
Este artículo es cuestionable pues no por ser ley resulta correcto o aceptable. La reproducción y crianza de animales, sobre todo del considerado como “mejor amigo del hombre”, data desde tiempos en que el ser humano aún era nómada y recién empezaba a cambiar su estilo de vida al sedentarismo, esto se remonta por lo menos a unos 12,000 años atrás. Criar y reproducir canes es una hermosa actividad humana y es la causa más probable del origen y la domesticación de este querido animal. La diversidad de razas de perros que hoy conocemos proviene de esta actividad.
Hay personas de bien, amantes de los animales, amantes en especial de los perros, que crían y reproducen de manera responsable a estos hermosos animales, pero hoy se pretende que sólo algunos puedan hacerlo. El artículo de la ley citado no es la solución para que quienes hoy son irresponsables dejen de serlo. El artículo si, por otro lado, protege a quienes se dedican profesionalmente al negocio de la crianza y reproducción de animales. La consecuencia legal de esto es que ninguna familia ni persona de bien pueda criar, reproducir e intercambiar sus animalitos con otros familiares, amigos o desconocidos que deseen comprárselos. Para poder hacerlo necesitarán permisos especiales y por supuesto quienes ya se dedican a esto a nivel profesional o a gran escala se verán beneficiados al quitarse de encima la “desleal competencia” de los aficionados o de las familias veracruzanas que decidan legítimamente emprender esta actividad.
En este sentido, M.C. Rodríguez, del Hogar Temporal Koira (por cierto, ¿es eso un negocio o una fundación?) denuncia:
“Desde el punto de vista fiscal [se promueve] el comercio informal, la evasión de impuestos y la competencia desleal, pues mientras los comercios legalmente establecidos (y que, en teoría cuentan con los permisos correspondientes y con animales provenientes de criaderos regulados) deben pagar renta de su local, empleados, y el impuesto correspondiente a los ingresos que emanan de sus ventas, los que venden a través del tianguis no tienen esos gastos y no son contribuyentes fiscales (al menos en esas ganancias).”
Lanzo con ello la siguiente pregunta: ¿detrás de los argumentos morales, “sociales” y de benevolencia para con los animales no existe también un interés puramente mercantilista? ¿Quiénes se benefician de promover regulaciones y prohibiciones? Suponiendo que quienes suscriben con esta agenda ideológica no son personas o grupos con fines de lucro: ¿quién garantiza que después no pretendan que sus ONG’s o Fundaciones sean subsidiadas con las multas que se obtengan gracias a las regulaciones cabildeadas por ellos mismos? Dejo abiertas estas preguntas y continúo.
M.C. Rodríguez parece darse cuenta de ciertas contradicciones en su propio argumento de la evasión fiscal cuando señala: “No se entienda que el tianguis virtual [informal] es por sí mismo un medio de evasión, ya que prácticamente la totalidad de lo que se vende a través de [él] (…) generó impuesto cuando fue vendido por primera vez pero en el caso de los cachorros desde el punto de vista fiscal podría considerarse como “producto nuevo” (Aclaro, desde el punto de vista fiscal, no digo que sean productos) y por tanto las ganancias deben estar sometidas a fiscalización”.
Hago dos notas a partir de este argumento:
1) Si tú tienes mascotas, en especial en el caso del perro, no importa que de inicio las compres en el mercado informal, tú vas a pagar impuestos después vía los múltiples productos y servicios ya gravados que necesitarás para atender a tu mascota. Además no estarás privando de nada a nadie, por el contrario, vas a generar empleo para muchas otras personas como veterinarios, entrenadores, encargados de estéticas caninas, guarderías, etc.
2) M.C. Rodríguez y muchas de las personas que se suscriben a este tipo de ideología sí exigen medidas represivas y agresivas. Pretenden usar la ley para reprimir una actividad humana con el pretexto de combatir un problema (aunque no hay garantías de que con esto efectivamente se resuelva el problema de la “sobrepoblación de animales abandonados”, un problema de responsabilidad individual).
Cuando M.C. Rodríguez exige que el Mercado Informal (que no es ni siquiera clandestino y por eso se anuncia libremente en los diarios) se regule y pague impuestos lo que exige es una agresión. M.C. Rodríguez quizá no está consciente pero lo que solicita es una medida socialista. El socialismo es toda agresión institucional o sistemática al libre ejercicio de la función empresarial: mayores impuestos, mayores regulaciones. M.C. Rodríguez además exige una medida mercantilista: dificultar la actividad de reproducción y crianza particular para beneficiar a quienes lo hacen de manera profesional y cuentan con los recursos para obtener (legal o corrompiendo autoridades) los permisos necesarios. No me extraña que en otros correos se acuse de “jodidos” y “clase-medieros” a quienes quieren emprender esta actividad a nivel de aficionado.
Me parece que en este debate hay intereses particulares. El problema no se arregla con mayores regulaciones o prohibiciones. El problema no se arreglará subsidiando a las fundaciones u organizaciones que viven y explotan una causa noble como es el aprecio por los animales. M.C. Rodríguez cierra su carta alegando que él y los que suscriben con esta agenda ideológica no parten de supuestos erróneos, pero ellos mismos no aportan ningún dato que sirva para demostrar que las regulaciones en efecto solucionan el problema que denuncian.
Por otro lado, M.C. Rodríguez intenta apropiarse de la verdad cuando supone que el ciudadano de a pie (que no milita en estos grupos ni con esta agenda ideológica) debe acudir a “las asociaciones dedicadas al rescate y al propio Centro de Salud Animal” para tener “una visión clara (…) y una opinión válida sobre el tema”. ¿Significa esto último que sólo ellos mismos pueden hablar al respecto y que sólo su opinión es válida y clara? ¡Vaya! ¡Que arrogancia!
Yo invito a la opinión pública a reflexionar sobre estas cuestiones y a que se analice si en efecto las personas que tienen en su agenda una causa como ésta la promueven sin fines de lucro o tienen un interés menos noble detrás. Como amante de los animales y además como libertario yo estoy a favor de la responsabilidad individual y del libre ejercicio de la función empresarial, me opongo a que un grupo de personas traten de imponer su código moral y sus intereses particulares sobre el resto.
En este sentido me pronuncio a favor de los individuos que quieran publicar sus anuncios, a los que quieran emprender la reproducción, cría o venta de animales domésticos como los perros de raza, defiendo la libertad de cada quien para adquirir voluntariamente el animalito doméstico de su predilección asumiendo la responsabilidad que esto implica y por último, en este caso, también defiendo la prerrogativa de un medio de comunicación para publicar dichos anuncios o no hacerlo en base a su propio criterio ético o empresarial.
Agradezco a la Redacción y a la Dirección de este diario la publicación de este correo.
Nota 1: Apliqué unas ligeras correcciones a esta versión para MLM. La que se publicó originalmente en el medio, íntegra: aquí.
Nota 2: Aquí pueden ver la respuesta de un criador profesional al correo anónimo que acusa de “jodidos” y “clasemedieros” a quienes crían y reproducen perros domésticos de raza.
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Pues…
¿Qué piensan de esto? ¿No les parece a veces que la libertad está siendo atacada en diferentes frentes? ¿O es sólo una percepción paranoica mía?
Me viene a la memoria que Ayn Rand escribió algo así como que cuando tú negocias o haces concesiones en relación a los principios después es muy difícil evitar que los sigan pisoteando. En el caso anterior primero se prohibieron los espectáculos públicos como las corridas y los circos. Si esta medida es correcta o incorrecta no modifica el hecho que tal prohibición agrede la libertad de la función empresarial y se justifica en el código moral de cierto sector de la población. Pero supongamos que aceptamos la prohibición porque nos parece correcto impedir la crueldad contra los animales y que se haga de ello un espectáculo público. Bien, lo que me preocupa y estoy señalando aquí es que los animalistas no se contentaron ni se detuvieron con dicha prohibición. Ellos pretenden penalizar la acción de quien, sin cometer sacrificios ni actos de crueldad animal, incurre en el “delito”, según ellos, de tener como pasatiempo el cuidado continuo o la cría y la reproducción ocasional de perros de raza. Para los animalistas en el fondo es inmoral que un animal sea una mercancía que se puede comprar y vender. Lo moral es adoptar perros mestizos abandonados. De acuerdo, adoptar perros mestizos sin hogar es un acto aceptable para quien así lo desea. Confieso que yo pienso adoptar un perro callejero en un futuro (cuando salga del luto que le guardo a mi querido amigo Rommel, un schnauzer que falleció hace un par de años y que aún extraño) pero, ¿es válido imponer esta idea y limitar las opciones disponibles para aquel que desea cuidar y responsabilizarse por un gracioso chucho?
Lo anterior es más o menos el mismo tipo de argumento de quienes pretenden gravar los refrescos: por culpa de aquellos irresponsables que desatienden su propia salud y se exceden en el consumo de gaseosas se penaliza a todos por igual, incluidos los que actúan responsablemente y no tienen problemas de sobrepeso. Sin embargo este tipo de medidas se plantean de manera falaz como la solución a un problema “social”. Es increíble pero la sal te quieren regular.
No les sorprenda que en el futuro haya quienes, en consideración con los individuos de físico desagradable, pretendan prohibir la relación romántica o sexual de un sujeto de apariencia “regular” con otro más atractivo. Lo anterior, dirían los luchadores sociales, tendría la finalidad de que los “regulares” ofrezcan primero la oportunidad de romance y sexo a los más feos buscando así solucionar o atenuar un problema de “injusticia social”.
¿Bromeo? ¿Exagero?
Estén atentos a su diario local…
@RaCology
Lo que creo que va a pasar con este tipo de prohibiciones, es que va a repercutir en un segmento de la población (muy, muy pequeño) al que se le va a permitir la reproducción animal, con fines: lucrativos, alimenticios, de divertimiento.
Va a degenerar en “Crianza Animal Responsable” y los que sean poseedores de esta etiqueta, claro que certificados por los gobierno, son los que dominarán el sector de la crianza animal.
¿Te imaginas un mundo, olvídate de perros y gastos, donde no puedas (como particular) reproducir gallinas, puercos, reses, cabras, caballos, etcétera?