Lo que los libertarios silvestres no entienden del Estado

Hay un tipo de libertario que endiosa la libertad individual. Cree que nadie ni nada puede decirle qué hacer, ni a él ni a nadie más. Les llamo libertarios silvestres, o soldados de la libertad. Unos encabezan las protestas en Michigan, Ohio o Carolina del Norte. Otros más, posiblemente, se manifestarán en México en las siguientes semanas. En principio, no tengo nada en contra de estos libertarios. ¡Que cada quien endiose a quien quiera o a lo que quiera! Pero son intelectualmente poco interesantes. Rebajan a la libertad al grado de preferencia. Creen en la libertad como se cree en cualquier otra cosa: por puro gusto. Su fundamento es su intestino.

Sin embargo, hay otras razones para defender la libertad. Un fundamento más sólido es la realidad. No se trata de creer en la libertad, sino de demostrar que una sociedad libre es la forma en la que el progreso es posible, en la que una sociedad con cooperación pacífica y próspera es posible. No se trata de una adscripción únicamente por principio, sino una defensa de la libertad por sus resultados. La libertad funciona. A diferencia del libertarismo silvestre, éste es un libertarismo pragmático y más flexible. Intenta ver la realidad tal cual es y entender en qué condiciones una sociedad libre ha funcionado y en qué condiciones no. Lo llamaré libertarismo realista.

Problemas de coordinación

El liberalismo salvaje no tiene una explicación para el Estado o, para ser más precisos, para el gobierno. Cualquier imposición del gobierno viola sus derechos. En un Nozickeanismo simplón, defienden su absoluto derecho a tomar sus propias decisiones. El gobierno no es su papá, dicen, y ellos son adultos responsables, dicen. No obstante, sus posturas muchas veces coinciden con las del libertarismo realista. Superficialmente, las dos posturas son casi idénticas. Las dos creen que la libertad es un valor que se tiene que defender y que los individuos deben ser responsables de sus acciones. Sin embargo, mientras que, para los libertarios silvestres, la libertad individual es principios innegociables en todos los casos, los libertarios realistas condicionarían sus aseveraciones: La libertad individual es el valor social que debe imperar en condiciones normales. Para los libertarios realistas, en condiciones excepcionales, la aseveración cambia. En condiciones excepcionales, ciertas acciones gubernamentales pueden contravenir la libertad individual.

Evidentemente, hoy en día, no vivimos en condiciones normales. SARS-CoV-2 ha venido a cambiar muchas cosas. También ha hecho más visible la diferencia entre libertarios silvestres y libertarios realistas. Los primeros salen a las calles a protestar porque “papá gobierno” les restringe la libertad de movimiento o la libertad de empresa. Creen que es su responsabilidad si contraen un virus por estar en la calle. “Mi cuerpo, mi decisión”, así sin más, suelen decir. Los libertarios realistas entienden que existen problemas de acción colectiva, es decir, problemas que surgen de acciones individuales que aisladamente son inocuas, pero, en el agregado, generan problemas.

Un problema de acción colectiva clásico es elegir de que lado manejar. No importa el lado que escojamos, cualquier es bueno siempre y cuando todos sigamos la misma regla. El gobierno, escogiendo el lado por el cual manejaremos, o ayudándonos a coordinar para llegar un consenso acerca del lado por el cual manejaremos, resuelve el problema. Usualmente, no tenemos que preocuparnos por encontrar de frente a un carro que maneja en el otro sentido. Al proveer indicaciones, el gobierno ayudar a solucionar el problema. Pero el gobierno no resuelve el problema, simplemente funge como un actor que facilita, y a veces, hace posible la coordinación entre actores individuales. Una función importante es darle razones a los individuos más propensos al riesgo para coordinar con individuos más aversos al riesgo. Las sociedades pacíficas y prosperas de nuestros días han sabido entender esta capacidad de acción colectiva. Muchos han tratado de abusar de ella y aprovechar esa fuerza para avanzar agendas particulares en lugar de soluciones a problemas de acción colectiva. Es éste último uso de la fuerza del gobierno lo que los libertarios realistas y los liberales clásicos condenan energéticamente. Sin embargo, admiten que el gobierno es muy útil para resolver problemas de acción colectiva en ciertas condiciones.

La lección liberal de la pandemia

Debido a las características particulares de SARS-CoV-2, el contagio masivo es resultado de un problema de acción colectivo. Dado que más del 50% de infectados son asintomáticos, es muy complicado identificar quién tiene el virus y quién no. Por lo tanto, una persona infectada pero asintomática, al caminar sola por la calle, puede infectar a otros, 20% de los cuales sufrirá síntomas fuertes, y alrededor de 6% morirá. Es imposible controlar el contagio al confiar en la gente: la tasa de contagio es muy baja, pero la tasa de malestar y de muerte son relativamente bajos. Un número reducido de personas causa el contagio masivo. Si un número reducido de personas quiere tomar el riesgo de salir a lugares públicos a hacer su vida liberamente, hará que la pandemia persista y hará daño a individuos que decidieron quedarse en casa.

En otras palabras, los individuos arriesgados comparten el riesgo con los individuos no arriesgados. En esta situación, es imposible decir “mi cuerpo, mi decisión”. La única forma de coordinarse y evitar la existencia de esos individuos arriesgados es con la fuerza del gobierno. Es el mecanismo que hemos inventado para eso y que ha probado evolutivamente ser exitoso para realizar esa tarea. Ésta es la labor adecuada del gobierno en una teoría libertaria: el gobierno sirve como señal para hacer la acción colectiva posible. En un campo de batalla, la coordinación de los individuos se hace con banderas: todos quieren luchar, pero su lucha es más eficiente si hay un actor central que indique la estrategia por medio de una señal visible para todos. En dicha metáfora, todos quieren pelear, pero la victoria es más probable cuando el ataque es coordinado, y la coordinación se logra a través de señales. Cuando el actor central levanta la bandera propia en el campo enemigo, la victoria se ha logrado y no es necesario pelear más. El papel del gobierno es levantar la bandera. El rol del gobierno en la pandemia, no es el de un papá, sino el de un semáforo que ayuda a todos a la coordinación del tráfico.

Ahora bien, el libertario silvestre algo de razón tiene en su creencia cuasi religiosa en la libertad. El encierro no puede durar para siempre. Este tipo de coordinación es momentánea y tiene que tener fecha de caducidad. De ser imposible controlar la pandemia, el confinamiento es imposible como forma de vida, y otras estrategias tienen que ser buscadas. Personalmente, creo que, de no ser encontrada una vacuna pronto, la solución va a ser restringir otras libertades. Los grupos vulnerables tendrían que moverse geográficamente a algún lugar, y los grupos resistentes, tendrían que regresar a reactivar el mercado. Cierta parte de las ganancias de los grupos resistentes sería destinada a los grupos vulnerables, quien permanecerán aislados en un lugar geográfico lejos del contacto con los demás grupos. Ningún grupo tendría absoluto libre tránsito. Los grupos vulnerables no tendrían derecho a la libre empresa y los grupos resistentes tendrían que pagar un nuevo impuesto. Ésta es sólo una opción. No hay respuestas simples a condiciones excepcionales. Sin embargo, el gobierno y las instituciones del Estado van a ser parte de la solución. El libertarismo silvestre tiene razón en su impulso pero es incapaz de entender que el gobierno es una herramienta que también ha permitido el progreso, especialmente en tiempos de excepción.

No podemos engañarnos, el mercado no puede existir sin libertad. Con el SARS-CoV-2, la gente no se siente con libertad de transitar o de emprender, con o sin el gobierno, y, por lo tanto, el mercado es imposible. Tenemos que hacer que sea posible pronto y eso sólo pasa por controlar el contagio y cruzar los dedos porque la ciencia encuentre una vacuna pronto. La innovación característica de una sociedad libre encontrará la cura y la vacuna. Más que fe, el pasado da evidencias de ello.

Dogma y circunstancia 

En pocas palabras, la verdadera diferencia entre libertarios silvestres y libertarios realistas es que los primeros ven la misma respuesta a todo problema, mientras los segundos saben que, debido a la complejidad de cualquier respuesta, saben que la libertad es nuestra mejor opción… casi siempre.

 

Desde una casa en el desierto

 

 

 

 

También te podría gustar...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *