¿Qué rollo con las armas de fuego? Una guía para el liberal (I)
El debate no existe. Cualquiera que piense que las armas no son malas en si, y se atreva a sugerir una posesión generalizada de armas de fuego como medida de seguridad personal recibe desprecio y burla de quién lo escucha, se trate del Congreso de la Unión o de una fiesta. ¿Estás bromeando? ¿Quieres que todos se estén matando? A mayor número de armas, más crimen, más muerte, es bien sabido. Esa clase de cosas escucha quien, con conocimiento de fondo o no, observa la situación actual en México y le tira un hueso al escepticismo. Quizá estamos haciendo mal las cosas, quizá hay mejores estrategias para alcanzar un mayor nivel de libertad y seguridad. En esta semana publicaremos contenido para fomentar un intercambio serio y necesario de ideas sobre el tema.
En los siguientes posts propondré un modelo conceptual para entender el tema desde una perspectiva liberal. En esta primera entrada expongo las bases normativas de la discusión. Es necesario entender la manera en la que libertarios y liberales articulan sus creencias morales en torno al tema es para dar sentido a las correlaciones causales que unos y otros remarcan. La idea de un interés fundamental en regular o no las armas de fuego sin duda influye mucho en los resultados de la argumentación una vez que incorporamos elementos factuales.
La intuición moral
Pocas personas se atreven a poner en duda el valor de una vida. Si usted es de lo que piensan eso del omelet y los huevos, quizá el argumento sea incomprensible. Pero para los que no somos abiertamente socialistas, la idea de que la vida de las personas es valiosa ya que cada quien es un fin en sí mismo, no necesita mayor defensa. Digamos que esto es una conversación entre liberales.
Si todos valoramos la vida, y además, en cuanto hablamos de “obligación” o “autoridad” política pensamos inmediatamente en la sujeción a una estructura que, de entrada, intente garantizar la seguridad física y patrimonial, ¿por qué hay posturas distintas en torno al uso y regulación de armas de fuego?
Simplificando el espectro ideológico que comparte elementos del programa liberal como las doctrinas pacifistas o éticas del buen samaritano, podemos hablar de dos posturas liberales al respecto. Los libertarios que argumentan en contra del a regulación gubernamental de posesión, porte, y uso de armas de fuego. Los liberales (igualitarios) consideran que la regulación gubernamental está justificada y es necesario aumentarla en la medida de lo posible.
Ambas posturas se dicen comprometidas con la defensa de la vida y patrimonio. Pero para los segundos la manera de honrar el compromiso es a través de la concentración de los medios de violencia en manos del Estado, mientras que para los primeros esto viola, en principio y práctica, un derecho prima facie de los individuos a defenderse.
Sin entrar en los detalles del debate entre teoría ideal y no ideal, basta señalar que ambas posturas comparten principios respecto al valor de la defensa del individuo, simplemente procesan de manera distinta los hechos y datos disponibles sobre el tema. Mientras el liberal igualitario, usando la metáfora de Rothbard, malabarea varios derechos como la seguridad física, la mental, o la alimentaria, para el libertario la seguridad individual (particularmente entendido como el derecho a defenderse) se desprende de lo que para muchos es el principio único, el NAP.
Dada la jerarquización normativa, los libertarios necesitan de una prueba empírica conclusiva sobre cómo el limitar el derecho a poseer y portar armas mejora las posibilidades de honrar el compromiso que tenemos como sociedad con la seguridad de todos y cada uno de nosotros. Los liberales igualitarios tienen que balancear varias cosas, y están dispuestos a hacerlo aunque la evidencia empírica no sea del todo robusta.
La institución legal
Cabe mencionar que nadie ha mencionado un “derecho a las armas”. La segunda enmienda es algo irrelevante para esta discusión. De hecho, su relevancia no es la de un documento legal con autoridad política, sino la de un recordatorio del liberalismo clásico para el cual la posesión y portación de armas era un derecho evidente, y pensar lo contrario llamaba la atención. No hablo del pensamiento radical, el padre del derecho penal Cesare Beccaria, junto a otros presonajes como Jefferson o Franklin, consideraba absurdo legislar para desarmar a la población.
El derecho es a la vida y a la propiedad, y el recordatorio que hace el libertarismo a la sociedad es que, si aceptamos esto de pagar impuestos y dejar que nos manden, es porque buscamos tener la mejor posibilidad para no sufrir a manos de quien quiera usar la fuerza y no el convencimiento para tener lo nuestro. Las preguntas siguen siendo ¿qué instituciones permiten a los individuos gozar de mayores niveles de seguridad y libertad? ¿el monopolio legítimo de la violencia en manos del Estado? ¿el reconocimiento del interés legítimo de las personas en ser capaces de defenderse ante la agresión?
Quién apoya la regulación estatal de los medios y derechos para la autodefensa considera que la mejor estrategia es aquella donde un agente los centraliza, generando la expectativa en la sociedad de que sólo “los buenos” tendrán acceso a éstos. Del otro lado, consideramos que la mejor estrategia puede ser el no asumir que nadie está desarmado, y que los esfuerzos del gobierno por hacer lo contrario resultan dañinos además de injustos.
Mañana trataré el tema de la paradoja del gobierno, la economía del crimen y de la evidencia empírica. Necesitamos entender las armas como un factor de producción tanto de defensa como de ofensa, y las mecánicas de disuasión o mortalidad de las mismas. Al final de cuentas, el debate normativo debe ser sensible a la realidad empírica. Si bien ponemos la barra a distintas alturas, hay que ensuciarse las manos para saber si en realidad las estrategias de regulación o desregulación cumplen las expectativas.
Hoy transmitiremos por nuestra página de Facebook la discusión sobre feminismo y armas de fuego a las 18:00 hrs. Más información del evento aquí.