Una Reforma Educativa Inocua
Una Reforma Educativa Inocua.
Santos Mercado Reyes
El gobierno ha anunciado y aprobado una reforma educativa “para desarrollar a México y colocarlo en las primeras economías del mundo”. Desde hace mucho tiempo esperábamos una gran reforma, dada la mala calidad de educación que reciben nuestros niños y jóvenes. De todos es sabido que la baja preparación de nuestros universitarios los deja fuera de competencia: No saben inglés, no tienen iniciativa, están desfasados 20 o 30 años en su materia de estudio, escaso interés por la ciencia, no saben redactar, no saben hablar en público, nula empresarialidad, carecen de capacidad de negociación, no saben manejar conflictos, no saben dirigir equipos de trabajo, poco afán de aprender por sí mismos entre otras flaquezas que padecen de nuestros jóvenes profesionistas formados en las universidades públicas. Y si así están las universidades, ya podemos imaginar cómo están los niveles de educación básica y media. Un desastre completo. Nuestros jóvenes han sido víctimas de un fraude educativo.
¿Cuál es la reforma que promete el gobierno?
1. Creación de un Sistema Nacional de Evaluación Educativa. ¿Quiere decir que se duda de las evaluaciones que han realizado ya organismos nacionales e internacionales y que colocan a nuestro país en los peores lugares a nivel mundial? ¿Para qué se quiere contratar más burocracia que solo van a constatar que andamos mal y en cambio van a gastar enormes recursos? La creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa carga con el VICIO DE JUEZ Y PARTE, es decir, el gobierno educa y el gobierno evalúa, así no sirve. Es como cuando el juez comete un delito y él mismo es el que impone el castigo. Aun cuando ese sistema fuera descentralizado o autónomo, pero subsidiado por el gobierno, tampoco serviría pues con tal de seguir recibiendo recursos del erario presentaría cifras alegres, falsas y con eso entraría al mundo de la corrupción, como tantos otros organismo gubernamentales. Pero aunque fuera un organismo completamente privado y no subsidiado por el gobierno, tampoco sería suficiente para mejorar la educación pues implica marginar a la sociedad. ¿Por qué no dejar que los padres de familia sean los evaluadores? ¿En qué radica la desconfianza hacia los que reciben los servicios educativos si bien sabemos que los padres son los más interesados en que sus hijos reciban una buena educación?
2. La propuesta de crear un Sistema Nacional de Evaluación Educativa para mejorar la educación parece buena y es capaz de lograr simpatizantes ante las pésimas condiciones en que se encuentra la educación en México, pero está lejos de lograr la calidad que se busca pues es una solución burocrática. Pasarán 20 años para ver que tristemente no sirvió o que sus resultados no corresponden al gasto, pero en ese tiempo ya se habrán echado a perder más generaciones con una educación pobre. A fin de cuentas, conducir la Reforma por esos causes solo significa dar más combustible a un sistema educativo incapaz de responder a las necesidades de la sociedad.
3. La base teórica para la creación del instituto de evaluación descansa en el mito de creer que el sistema burocrático de escuelas de gobierno es capaz de lograr la calidad de educación que requiere este país. Pero es tan solo un mito que carece de evidencias y fundamento. Cien años de administración educativa en manos del Estado dan cuenta de malos resultados. Es como si creyéramos que únicamente el gobierno puede construir buenas computadoras y por lo tanto, se le diera el monopolio para ser el único autorizado para ese menester.
4. Es muy cierto que el Sistema Educativo Mexicano necesita ser evaluado constantemente. Pero el peor agente para cumplir esa tarea es el gobierno o las instituciones burocráticas que crea el Estado. Entonces ¿Quién debe evaluar?
5. Sin ninguna duda, los mejores evaluadores son los clientes, los que compran un producto o servicio. Los clientes se convierten en jueces incorruptibles: ven un producto, lo pesan lo miden y deciden si vale la pena pagar por él. Cuando pagan, están dando su voto democrático para que la empresa siga produciendo. Este es el proceso natural de lo que se llama SISTEMA DE MERCADO.
6. Nada ni nadie puede sustituir la evaluación del mercado. Aunque se congregasen diez mil sabios en el Instituto de Evaluación nunca podrían superar la evaluación de millones de clientes. La razón radica en que los sabios de gobierno emiten opiniones, análisis, razonamientos que carecen de riesgo. Nada pierden si sus veredictos son erróneos. En cambio, los padres de familia están cuidando cada peso que gastan y no quieren gastar en cosas inútiles, son jueces efectivos.
7. Para transformar a los padres de familia en clientes, es necesario que la escuela viva de los clientes, es decir, de los alumnos que pagan las cuotas y colegiaturas mensuales. En otras palabras, se necesitaría evitar que las escuelas funcionan con base a subsidios del gobierno. Cuando la escuela vive de lo que recibe de la mano del cliente, cambia radicalmente su comportamiento hacia el alumno. Tratará de darle un servicio adecuado para que no se vaya el cliente pues eso dejaría a los profesores sin recursos. El alumno se convierte en un cliente exigente cuando paga por el servicio educativo que recibe.
8. Casi nadie se atreve a evaluar el sistema de subsidios directos a las escuelas. Es un sistema que lleva más de un siglo y que, desde mi punto de vista, es el causante del precario sistema educativo que padecemos los mexicanos. Pero casi todos callan, unos por complicidad, otros por ignorancia.
9. Igualmente, casi nadie quiere cuestionar el sistema de GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN. Se siente la enfermedad pero no hay el suficiente valor para reconocerla y menos para curarla. Se apoyan en que así dice la Carta Magna, como si fuera palabra divina y correcta.
10. Pero hay una forma en que se puede conciliar que las escuelas vivan de colegiaturas y que la educación siga siendo gratuita. Se llama SISTEMA DE BONO EDUCATIVO.
11. El Sistema del Bono Educativo consiste en administrar de otra manera los fondos públicos: en lugar de que el gobierno le de dinero a las escuelas, mejor que se lo dé a los alumnos para que ellos paguen en la escuela que libremente elijan. Así, el alumno estaría pagando la colegiatura, se transforma en cliente, aunque el dinero no sale del bolsillo del padre de familia, sino del gobierno.
12. Cambiar el sistema de financiamiento a las escuelas públicas sería el primer paso para una verdadera reforma educativa. Con el bono educativo se le daría poder a los alumnos y padres de familia para evaluar y premiar o castigar a la escuela, según su funcionamiento. En cambio, el Congreso decreta una reforma que nada habla de ceder el poder de evaluación a los padres de familia, de que la escuela enseñe perfectamente un idioma nacional y otro internacional, nada dice para lograr que nuestros alumnos desarrollen su sentido empresarial. En realidad, la reforma aprobada se trata de una reforma educativa inocua.
Si a todo esto le agregamos la amenaza de que “el Estado recuperará la rectoría de la educación”, quiere decir que no hay esperanza de romper el monopolio educativo del Estado y por tanto, la sociedad seguirá siendo marginada para influir en la educación de sus hijos.
Solo resta esperar que la gente que tiene poder de decisión y la sociedad misma se percate que la educación en México requiere reformas más profundas.FIN.